domingo, 21 de junio de 2015

Que lastima que mi alma no habite en mí

 

Hay momentos en los cuales el tiempo se detiene sin detenerse, un abrir y cerrar de ojos es lo único que delata al verdadero tiempo, ese que no se toca, no se ve, pero se siente su recorrido como tren a toda velocidad que pasa junto a ti; el aire que deja atrás después de pasar, compuesto de diminutos fragmentos atómicos llamados segundos son los que golpean con toda crueldad lo más íntimo de mi ser y me hacen resbalar por escalas de pensamientos y recuerdos que tanto detesto, obligándome a pensar en lo que hice o no hice, en lo que pudo haber sido sí... ; de verdad que a veces siento que el tiempo transcurre sin transcurrir, fluye sin fluir, es tan solo una ilusión de mi mente tratando de apreciar lo inapreciable ya que ese maldito segundo que me roba el tiempo no lo puedo ver para decirle cuánto lo odio. Mis entrañas se han retorcido con el pasar de momentos, atados con nudos hechos por serpientes longevas llamadas horas, esas que con su ejercito de fragmentos atómicos me gritan desvergonzadas lo que me han quitado: mi oportunidad, esa que tengo cada ves que la veo por el pasillo de la universidad, acercándose más y más a mi, acortando el tiempo y la distancia que hay entre los dos, juntos, el tiempo y la distancia, funcionan como cronómetro que marca fin a ese instante efímero justo cuando ella pasa a mi lado, y yo? yo dejé palabras atrás por decir, por expresar...
 
De manera que he decidido vengarme de ese desgraciado llamado tiempo y lo he utilizado a mi favor para buscar en mi interior algo que me ayude a vivir en comunión con ese individuo, y he dado gracias al cielo por haber encontrado ese "algo" que ha hecho de ése que transcurre, algo que es insignificante para mí desde ahora. Al principio no le tenia nombre porque era como esencia que entraba en mi y me dejaba gratos recuerdos implantados a manera de imágenes que hablan por si solas, formas inescrutables y vagas para el entendimiento de los demás ya que mi amiga Imaginación me hacia el favor de crearlas en mi cabeza, el lugar al que solo accedía yo. Y me he enamorado de su esencia que se confunde con la mía como humo de cigarrillo que se desvanece en el aire, me he enamorado de sus suaves melodías que invaden mi psique y se alojan allí, no les cobro renta porque son hijas de lo que más adoro: la música. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario